En el nº 2 del año 1856 de la Revista Obras Públicas se da cuenta de que el 24 de diciembre de 1857 se cerró solemnemente la bóveda rota del arco de este puente, y se reproduce a continuación literalmente la interesente comunicación que con este motivo dirigió el Sr. Millán al ingeniero jefe del distrito:
"Tengo la satisfacción de participar a usted que en el día de ayer quedó cerrada con toda felicidad la bóveda del quinto arco de este puente monumental que se halla en curso de restauración.
Deseando que la última piedra de la hilera de la clave se colocará con la mayor solemnidad posible, cual requería la importancia de las obras que se están llevando a cabo, y celebrar al propio tiempo por parte de la dirección de las mismas el fausto natalicio de S.A.R el Príncipe de Asturias, invité a presenciar el acto a todas las autoridades civiles y militares y a cuantas personas distinguidas residen en esta población.
Reunidos, con efecto, sobre el puente a las tres de la tarde: el Ayuntamiento de la villa, señor juez de primera instancia del partido, señor prior y Cabildo eclesiástico, señor gobernador militar y oficiales de la plaza, todas las demás personas invitadas y multitud de otros vecinos de Alcántara y de pueblos inmediatos, dióse principio al acto descorriendo la cortina que ocultaba la dovela que iba a colocarse, apareciendo ésta suspendida de uno de los castilletes de madera que han servido para el asiento de las demás.
La trócola inferior de suspensión estaba adornada con el escudo real, banderas nacionales, ramos de laurel y flores artificiales, y el castillete, vestido y engalanado con follaje, guirnaldas y gallardetes.
Hecha la señal de amainar el torno, descendió con lentitud la piedra, y llegada al hierro donde debía introducirse, fue cogida por el entendido y hábil auxiliar de esta obra, D. Andrés Ocariz, el cual, ayudado por cuatro canteros, verificó en cortos instantes su asiento fijado. En seguida se colocaron dentro de una pequeña caja de plomo algunas monedas acuñadas en el presente año, y después de sellada a fuego, se introdujo dentro de la que había servido en la dovela para la suspensión, emplomándose luego perfectamente una con otra.
Acto continuo dirigí a los circunstantes las siguientes palabras:
"Señores: Acaba de colocarse la última piedra de la bóveda de este grandioso arco y aproxímase el día en que, terminado del todo, a la par que concluida la restauración de los demás, vuelva a restablecerse cómodo y seguro paso por este puente monumental romano, legado de los siglos después de un largo período de interrupción, durante el cual los vecinos de la histórica y tradicional villa de Alcántara y los de multitud de pueblos comarcanos han arrostrado los mayores peligros y sufrido inmensos perjuicios en sus intereses, teniendo por necesidad que atravesar la rápida corriente del caudaloso Tajo de la manera más difícil y expuesta. Creo excusado manifestar en este momento, por ser bien conocidas de todos cuantos me escuchan, las diferentes vicisitudes que han atravesado esta importante obra, cuya solidez han desafiado las injurias e inclemencias del tiempo y resistido la impetuosidad de las aguas del río por espacio de mil setecientos cincuenta y tres años.
Sólo si recordaré, aunque con sentimiento y dolor, que el estado deplorable y ruinoso que ha poco presentaba y del que aún conserva marcadas señales, era principalmente debido a la destructora mano del hombre, como consecuencia inevitable de las guerras extranjeras y luchas intestinas que desgraciadamente han obligado a nuestro país en diferentes épocas. La restauración que se está ejecutando permitirá prolongar por algunos siglos más la existencia del renombrado puente, siempre que, como es de esperar, no se reproduzcan los poderosos y devastadores motivos que acabo de indicar. De este modo, la generación presente podrá disculpar hasta cierto punto la arrogante inscripción de: Pontem perpetui mansvrunx in secula mundi (Puente que durará mientras dure el mundo) que perceptiblemente aún se lee esculpida en piedra, no lejos de aquí, sobre el frontispicio del templo donde las crónicas nos refieren fueron encerradas las cenizas del célebre Julio Lacer, constructor romano de esta magnífica obra.
S. M. la Reina, comprendiendo en su alta sabiduría y amor al país la importancia del monumento y lo digno que era de conservarse por su utilidad, carácter arquitectónico, interés histórico para las construcciones y demás circunstancias que tanto le recomiendan, no ha querido que desaparezca de nuestro suelo, prestándole, por el contrario, la más decidida protección con recursos aplicados oportunamente para salvarle de la inminente ruina que le amenazaba. Loor eterno a nuestra señora y excelsa Soberana Doña Isabel II, en cuyo próspero reinado se lleva a cabo la restauración del puente y durante el cual tanto fomento y desarrollo han alcanzado otra multitud de obras de utilidad pública y de inmenso porvenir para la nación cuyos destinos tan acertadamente rige. De hoy más, el augusto nombre de Su Majestad sonará gloriosamente en la Historia al hablarse del puente de Alcántara, uniéndose al de los grandes emperadores Trajano y Carlos V. Con el cierre de la bóveda que pisamos, no podía, señores, la dirección de estas obras solemnizar de una manera más digna, a la par que útil para los intereses de Alcántara e infinidad de pueblos de la provincia, el natalicio de S.A.R el Príncipe de Asturias, suceso venturoso que en estos momentos llena de gozo y entusiasmo el corazón de los españoles. Señores: ¡Viva la Reina! ¡Viva el Príncipe de Asturias!".
Vítores que fueron contestados con la mayor energía por cuantas personas se hallaban presentes.
Una salva de cincuenta barrenos, disparados en las márgenes del río, anunció a la concurrencia la terminación del acto.
La tarde de ayer ha sido de verdadera alegría y entusiasmo para los vecinos de Alcántara, que se han entregado a toda clase de demostraciones de júbilo y se preparan además, a celebrar semejante acontecimiento en el día de hoy el siguiente con diversidad de festejos públicos.
Esta alocución fue seguida de otras de varios de los asistentes al acto, sin que faltara, según costumbre de aquellos tiempos románticos, la lectura de un soneto en honor a D. Alejandro Millán, debido a la inspiración de algún vate local. No resistimos a la tentación de publicarlo, aunque su valor artístico no sea tan indiscutible como el del puente:
Al señor Don Alejandro Millán
Restaurador del Puente de Alcántara
En el Reinado de Doña Isabel II
Comprendiendo de Lacer la osadía
Reedificaste el puente de Trajano
Devolviendo elegancia y gallardía
Al pensamiento que trazó el Romano
El entusiasmo de la fe que ardía
Bajo el pecho leal de aquel pagano
Le vestiste de fresca lozanía
A la sombra del Lábaro cristiano
Fijando tu memoria: el fértil suelo
Que el áureo Tajo riega en su corriente
De hoy más retribuirá tu noble celo
Tu recuerdo legando al Occidente
No hay más allá: cumpliendo tu destino
Del porvenir te abriste el camino.
Torreorgaz.
En el descimbramiento, hecho a los pocos días, sólo se acusó el descenso de pulgada y media, a pesar de la gran luz del arco.